La emoción de lo cotidiano

Crítica de la obra «Días como estos». Un nuevo formato de teatro por capítulos.

Elena Era

Días como estos

Una librería, un lugar que guarda montones de historias apiladas en estanterías, es el espacio escogido por Luis López de Arriba para presentar la de un grupo de amigos que están pasando por distintas crisis e inseguridades y que logran conectar en este ambiente tan literario. La Buena Vida es el espacio escénico donde todo transcurre, se trata de una pequeña y acogedora tienda de libros  que logra crear en el espectador la sensación de estar viviendo la trama junto a los personajes .  A esto contribuye el escaso espacio que hay entre unos y otros, que consigue esa conexión que quizás en un teatro convencional es más difícil alcanzar. Éste, sin duda, es uno de los puntos fuertes de la obra.

Lo destacable de la trama es que está basada en situaciones que pueden pasarle a cualquiera, con unos diálogos creíbles y emotivos que saben tocar la fibra sensible o hacer reír al espectador a carcajadas. Pero todo ello no podría ser posible sin la fuerza de los personajes que forman parte de la obra. Todos muestran a lo largo de la representación diferentes matices, dejando poco a poco pistas sobre sus debilidades y sus emociones, algo que se consigue aún más en el formato por capítulos.  Los actores representan arquetipos con los que el público se puede sentir identificado, por ejemplo: la mujer inconformista que quiere cambiar de rumbo, el hombre enamoradizo que le busca sentido a su vida, la alocada con tendencia a cometer meteduras de pata o el intelectual que está aprendiendo a valorar a los que le rodean más que a las apariencias.  Precisamente por eso, el reparto escogido tiene tanto peso, porque hace de lo cotidiano algo que realmente conmueve. Todos, desde los rostros televisivos como Carlos Chamarro e Inma Isla, hasta Fran Calvo, Inma Gamarra o Toni González, hacen que esos personajes cobren vida y de alguna manera dejen una huella en quien se asoma a verlos y se pregunte qué será de ellos, si se cumplirán sus sueños o si serán al final felices.

Por lo que respecta a la parte técnica, aspectos como la iluminación o el sonido se reducen a la luz y la acústica que hay dentro de la librería, dando más sensación de cercanía, de intimidad y de formar parte de lo que pasa a escasos centímetros de donde el público está sentado. El hecho de que no haya una iluminación auxiliar para los momentos en los que se representa la obra no es un déficit para su calidad, se trata de dar el mayor realismo posible. Y por ello, el vestuario y el maquillaje se adecuan a cada personaje, contando más cosas sobre él, pero sin ser exagerado, dan muestra de la sobriedad de uno, el carácter extrovertido y despreocupado  de otro o su romanticismo. Todo está delicadamente estudiado, y, sin embargo, da la sensación de que se hace de forma natural dando más autenticidad a la obra.

Por último, no hay que olvidar otra gran ventaja, si para André Maurois » la lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta», esta representación teatral rodeada de ellos puede, cuando menos, generar una pequeña llamada, con vibración incluída, en el mundo interno del espectador.

Más información de la obra

-Página Web oficial: www.teatroenserie.com

-Vídeo- reportaje acerca de la obra con la intervención de algunos actores y el director

http://www.youtube.com/watch?v=WuPYkIc-Pzs

2 comentarios

Archivado bajo Ocio y Cultura

2 Respuestas a “La emoción de lo cotidiano

  1. fisioterapeuta.carlos

    Con un crítica tan bien hecha dan ganas de ir a verla

  2. Muchas gracias Elena, me has emocionado.

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